Y yo te digo que es divorciado, seguro,
hazme caso- Acababa de
decir Luís, el pescadero, a su compañero
y amigo William, el frutero
dominicano.
Los dos estaban en el barecito del
interior del Mercado de Maravillas, en la calle Bravo
Murillo, al lado de la Glorieta de Cuatro Caminos,
en Madrid, donde cada uno tenía su puesto.