El mercado y, especialmente el mercado de "abastos" municipal, ha sido testigo mudo de la evolución de los diferentes sistemas de distribución en España; ha aguantado estoicamente los vientos de modernidad que -en aras de la funcionalidad- intentaron acabar con él como institución y ha sabido permanecer, con mayor o peor fortuna según los casos, ocupando espacios centrales y neurálgicos de nuestras ciudades.
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