El mercado alimentario siempre ha sido una pieza estratégica dentro de cualquier economía. La oferta se identifica con una fuente
de creación de valor añadido, generación de puestos de trabajo, redistribución de renta y, al mismo tiempo, armazón de actividades vinculadas
a la agricultura, la industria y el sector servicios. Por otra parte, la demanda de este mercado asocia el consumo de alimentos y bebidas con una
necesidad básica que se cubre atendiendo a distintos modelos que cuentan con sus correspondientes oportunidades y restricciones.
La importancia de la cadena agroalimentaria para la economía española no admite debate o discrepancia. Aquí confluyen agricultores, ganaderos
y pescadores con industrias de todo tipo (manipuladoras, procesadoras, auxiliares, transporte, …); también aparece el sector servicios con
las actividades comerciales (tanto mayoristas como minoritas) y con las actividades de restauración (tanto comerciales como institucionales); los
decisores públicos también dedican recursos y esfuerzos a sus políticas para el conjunto de la cadena; y, finalmente, aquí están los 47 millones
de españoles que comen varias veces todos los días.
Este trabajo revisa los principales aspectos que influyen en la cadena agroalimentaria estableciendo una diferenciación entre el sector primario;
las actividades distributivas y de restauración; y, los consumidores finales. Previamente, se apuntan algunos ejes teóricos básicos de la cadena
agroalimentaria. Por último, el artículo se cierra con unas breves reflexiones finales.