Si las vacaciones de verano son profanas, individualistas, vagabundas y aventureras, pues sirven para perderse por los espacios abiertos huyendo de la familia, los amigos y el trabajo, las fiestas de Navidad, por el contrario, son sagradas, comunitarias, hogareñas y sedentarias, pues sirven para recuperar raíces reintegrándose al seno cerrado del íntimo ori-gen familiar.
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