Siempre que nos queremos referir a los antecedentes más remotos de la historia del queso, hacemos referencia a la leyenda de aquel pastor árabe que atravesó con su caravana el desierto y descubrió que la leche que transportaba en un odre seco, hecho con el estómago de un borrego, se había transformado mejor y más rápido en "trozos" de leche que los que transportaba en envases convencionales.
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