Tradicionalmente, el consumo de
aceites ha estado asociado a temas y
cuestiones gastronómicas. En este sentido
conviene resaltar la importancia del
aceite de oliva, que se ha convertido en
un pilar esencial de la dieta mediterránea
y, por tanto, en un producto relevante para
países como España, Italia o Grecia.
La asociación del aceite de oliva con la
alimentación saludable y la difusión internacional
de este mensaje han introducido
un dinamismo considerable en el sector
de los aceites y las grasas durante los
últimos años. Al mismo tiempo, la hegemonía
que ha mantenido el aceite de oliva
en amplias zonas del arco mediterráneo
comienza a convivir con las demandas
de aceite de girasol, maíz, soja o semillas,
que se apoyan en los precios más
reducidos y en el incremento de la alimentación
fuera del hogar.