El agua es un excelente
disolvente de
muchos integrantes
de los alimentos.
El simple contacto de
principios sápidos y aromáticos
con el agua hace que
se produzca una cesión de
alguna de las propiedades
sensoriales de la hierba, hoja,
raíz, semilla o fruto al agua
y que el producto resultante
pueda ser una agradable bebida.