Según un estudio de la
Universidad de Brock, en Canadá,
la temperatura de los
alimentos afecta a la intensidad
y a los matices del sabor. Es evidente
que también afecta al aroma y
por supuesto a la textura e incluso al
color; en resumen, afecta a todos los
aspectos sensoriales. Por estos motivos,
aunque en principio lo que se
buscaba en el helado era su particularidad
refrescante, la historia de este
alimento está muy ligada a los factores
organolépticos del producto, lo que
ha hecho siempre posible que en los
avances en su conocimiento, aunque
algunas veces poco conscientemente,
se hayan tenido en cuenta estos factores.