Tras la muerte sin descendencia del último de los Austrias, Carlos II “el Hechizado”, pasó a ocupar el trono de España, no sin problemas y tras una penosa guerra de más de una década, Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia, el “rey Sol”, que pasó a ser el primer monarca de la dinastía borbónica. La nueva estirpe real trajo a España un nuevo estilo ilustrado que marcaría distancias en campos como la ciencia, la enseñanza, la religión, la economía, la política de pactos y, como no podía ser de otra manera, en la gastronomía, muy especialmente entre la nobleza y las clases más favorecidas.
DescargarHasta el siglo XVII, como dilatada herencia del gusto medieval y renacentista, en las mesas pudientes se manifiesta un aplastante predominio de asados de carne y de la dulcería, pero a partir de la segunda mitad del siglo XVIII se introduce con fuerza una “nueva cocina” basada en un buen número de productos europeos, y en procesos de elaboración más refinados, con añadidos de salsas y guarniciones. También se produce un cambio sustancial en el orden del servicio de mesa, de forma que la fruta, que durante los siglos pasados había sido siempre “plato de ante”, inicio casi obligado de la pitanza, pasa a situarse en el último lugar y como postre.