Hacia principios de los años sesenta del pasado siglo (parece prehistoria), dentro de un sistema todavía intervencionista y autárquico, parecía superada la fase de economía de subsistencia y comenzaban a aparecer tensiones en la formación de los precios, apoyadas en una progresiva desregulación, unos incrementos de la producción (oferta) que comenzaba a ser excedentaria y una relocalización y trasformación de la demanda, derivada del importante traslado de población del campo a la ciudad que no solamente la cambiaba de sitio, si-no que disminuía el autoconsumo, modificaba los hábitos de éste y daba paso a nuevos productos y necesidades.
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