La exportación española de frutas y hortalizas frescas en 2021 se situó en 15.680 millones de euros, un 7% más que el año anterior y en 2022, con datos oficiales del primer trimestre, el valor ha aumentado un 5% totalizando 4.888 millones de euros.
Evolución positiva de un sector consolidado, histórico dentro de la realidad productiva y económica de nuestro país. Pero para ello es preciso la adaptación a un entorno cambiante y cada vez complejo, con grandes retos externos, entre los que figuran la globalización asimétrica del mercado comunitario, la transición verde o las consecuencias indirectas de la guerra de Ucrania, así como retos internos, destacando el incremento de costes y la hiperregulación.
Los integrantes de FEPEX, Jose María Pozancos y Begoña Jiménez, desgranan en la revista Distribución y Consumo las claves de las exportaciones e importaciones en el área que están especializados. A su juicio las ventas se sostienen gracias a la trascendencia y dependencia que el sector hortofrutícola tiene del mercado comunitario.
Ambos autores consideran que la diversidad de producciones es una de las principales fortalezas, permitiendo compensar, a nivel global, el retroceso de productos muy significativos de la producción nacional, como el tomate, gravemente perjudicado por la fuerte competencia de países terceros.
Destacan los datos de Eurostat, los cuales muestran un incremento continuado de las importaciones. Según Pozancos y Jiménez, ello ha sido impulsado por la política comercial que favorece la apertura del mercado de los estados de la UE a producciones de países terceros, sin que el sector comunitario sea compensado.