Siempre hubo kiwis en China y por eso su nombre científico es Actinida chinensis. A principios del siglo XX llegó a Nueva Zelanda porque una profesora, Isabelle Fraser, preocupada por la educación oriental hizo un viaje a China, en donde observó una planta que, en estado salvaje, trepa por los arboles próximos como si fuesen lianas. Llevó unas semillas que se desarrollaron bien y sus frutos sorprendieron por su parecido con un ave autóctona, el kiwi. No se le dio mucha importancia pero tras la II Guerra Mundial el gobierno neozelandés prohibió la importación de frutas, por lo que se recurrió a producciones autóctonas, se empezaron a apreciar sus encantos y la fruta viajó a Estados Unidos y a Europa.
En 1968 un empresario español, don José Fernández López, creador de los mataderos industriales de Mérida y Porriño, de Transfesa, Zeltia, Pescanova y algunas otras importantes industrias alimentarias hizo un viaje a Alemania en donde le sorprendió que una fruta, para él desconocida, se vendía la unidad a diez marcos, lo que equivalía a unas trescientas pesetas, cuando las manzanas y las naranjas en España se vendían por kilos a unas treinta pesetas, en las más selectas fruterías de las capitales.
Intuyó un buen negocio e inició su cultivo en Gondomar, cerca de la ría de Vigo, asociado con el perito agrícola Carlos del Río. A pesar de las dificultades iniciales el cultivo prosperó y poco a poco se fue generalizando su consumo, debido a una buena publicidad “boca a boca” y a sus propiedades dietéticas, por su alto contenido en vitamina C y a su función reguladora de la actividad intestinal. Su precioso, exclusivo e intenso color verde esmeralda, hace que aporte color a macedonias y elaboraciones reposteras.
Al principio, como sucede con los productos desconocidos, no se valoraron mucho las propiedades organolépticas, pero poco a poco los consumidores fueron acostumbrándose, mejoró la calidad y hoy se aprecia el sabor, la agradable acidez y el diferente dulzor en función de las variedades. La variedad producida en España es el kiwi de pulpa verde porque el de pulpa amarilla es muy sensible a una epidemia que arrasó las plantaciones y hay que importarlo en su totalidad. En la actualidad se consumen 2,5 kg, por habitante y año lo que nos convierte en los mayores consumidores de Europa, pero como nuestra producción es moderada (21.000 toneladas, aproximadamente, en 2017), es necesario importar más de 200.000 toneladas al año.
El cultivo esté en expansión en toda España, porque aunque aproximadamente la mitad se producen en Galicia, en donde una parte está acogida a la marca Galicia Calidade, se está expandiendo, sobre todo por la cornisa cantábrica (en Asturias tiene prestigio la marca Kiwiastur) y en otras zonas de Aragón y Comunidad Valenciana se están obteniendo muy buenos rendimientos por hectárea en modernas pero todavía escasas explotaciones.
Su consumo fundamental es como fruta pero estamos asistiendo a la aparición de nuevas presentaciones como los dips de aguacate y kiwi, las hamburguesas de pollo con kiwi, smooothies para agregar a helados y preparaciones reposteras o al excelente postre de kiwi con chocolate blanco en dos texturas y arándanos, que en estas misma sección nos ofrece Nacho Manzano, de Casa Marcial.
Texto elaborado por Ismael Diaz Yubero